Marco Antonio Cruz
China vista por Marco Antonio Cruz, fotógrafo – México
Marco Antonio Cruz no dudó en responder el mail de invitación que le hicimos en Fotoespacio para exponer su trabajo sobre China. Con la humildad y sencillez de los grandes maestros se ha preocupado de enviar su excelente reportaje gráfico sobre la China actual, además del texto que le sigue donde narra su periplo.
Marco Antonio está ahora desarrollando un proyecto de registro de las culturas aborígenes de nuestra America partiendo con las naciones nativas de Canadá.
“Fotografía documental” dice el epígrafe de su sitio web, y podríamos extendernos enormemente en desglosar este concepto que ha hecho de la fotografía la materiabásica de los cambios de paradigmas, que desde el s. XIX han forjado la imago mundi contemporánea.
China
De Marco Antonio Cruz
En febrero de 2008 la revista Proceso planeó un número especial dedicado a los juegos olímpicos en China. El objetivo era registrar el pulso político, social y deportivo de la China actual, para ello se integró un equipo de reporteros y fotógrafos, en el cual soy asignado.
El tiempo para tramitar la visa fue largo y pausado. En marzo de 2008 el gobierno de China reprimió el movimiento independentista de monjes tibetanos en la región de Lasa. Ante la gravedad de los sucesos, el gobierno Chino bloqueó el flujo de información.
Conforme pasaron los días y se acercaba la fecha de viaje, experimenté varias sensaciones, entre ellas, el compromiso de ir a un lugar inimaginable y la responsabilidad de hacer un trabajo que cumpliera con las expectativas visuales.
A principios de los años 80, el fotógrafo Héctor García realizó un trabajo sobre China, fue invitado por el gobierno de la República Popular. Sus imágenes prevalecen en mi memoria. En esa época trabajé con Héctor en la agencia Fotopress, cuando regresó a México me entregó una bolsa atiborrada de película en blanco y negro lista para revelar y hacer hojas de contacto. Su trabajo me permitió conocer la visión de Héctor sobre China.
En la vida hay situaciones que al parecer son lejanas como el hecho de viajar y fotografiar China, la generosidad del periodismo te permite realizar esos viajes.
Mi equipo de viaje consistía en una cámara digital con tres lentes; dos cámaras analógicas: una panorámica y la inseparable Leica; una computadora portátil, rollos de película, baterías, cables, en suma alrededor de 10 kilos.
El vuelo se fechó para el lunes 17 de marzo a las 6 de la mañana, la noche del domingo no dormí. Desde que llegué al aeropuerto de la Ciudad de México iniciaron las horas de espera entre filas de gente, maletas y azafatas; entre México, San Francisco y Beijing.
Llegué a media noche a la ciudad de Beijing, en el trayecto del aeropuerto al hotel por la ventana del taxi observé avenidas, edificios bajo la luz artificial, una ciudad desierta, sin gente.
La mañana del primer día en Beijing desperté temprano, salí del hotel y encontré el ritmo urbano al compás de un mar de bicicletas, gente apresurada, anuncios y señalamientos viales de caracteres chinos, en ese momento inicié una nueva experiencia como fotoperiodista.
A partir de ese día y durante un mes, caminaba de cuatro a seis horas diarias. Beijing es una ciudad contrastante. La estancia de un mes no es suficiente para describir en imágenes lo que es esta ciudad milenaria asombrosa por su gente, sus anchas avenidas, los barrios tradicionales y modernos edificios.
En China documentar fotográficamente requiere prudencia, mencionar la palabra periodista provoca recelo y temor en la mayoría de la gente. Constaté que es una sociedad vigilada en la mayoría de los aspectos de la vida cotidiana: el trabajo, la escuela, la calle, los parques, pero sobre todo los medios de comunicación.
En la calles del centro de la ciudad de Shun Hua, provincia de Hebei, presencié como un paramilitar detenía violentamente a una persona acusada de robo, la acción fue en menos de un minuto, la gente indiferente ante el hecho.
Para fotografiar en la calle hay que ser lo más discreto posible, tenía que observar la actitud de la gente, un gesto amable o una sonrisa eran una invitación para retratar; de lo contrario debía tomar fotos con la cámara al nivel de la cintura.
En China hay temas prohibidos como es el caso de los insalubres campamentos donde duermen los trabajadores de la construcción. Actualmente se construyen simultáneamente alrededor de 4,000 edificios en Beijing, para ello se requiere la mano de obra de 1,200,000 trabajadores que en su mayoría provienen de las provincias y trabajan por turnos las 24 horas.
Otro tema vetado es la prostitución, en las peluquerías abiertas por la noche, las mujeres se exhiben en las puertas de los negocios en espera de clientes.
Los Hutong son el corazón de Beijing. Cuando uno recorre los barrios tradicionales, conocidos como Hutong, se tiene la sensación de un viaje por el tiempo a la China antigua, allí la mayoría de las casas tienen más de 600 años. En la antigüedad, el estatus social se determinaba por la cercanía del Hutong con la Ciudad Prohibida; posteriormente con la Revolución Cultural se determinó que era un lujo vivir en un espacio amplio y fue cuando el gobierno chino dividió las viviendas y aglomeró a varias familias en cuartos pequeños.
En la actualidad la mayoría de los Hutong se encuentran en ruinas, el gobierno tiene un programa para demoler viviendas de 400 a 600 años de antigüedad para construir pequeñas viviendas con materiales de baja calidad y alterando la arquitectura original del barrio, la gente se encuentra inconforme; sin embargo, no protesta.
La vida diaria en el Hutong me recuerda a las vecindades de las colonias Guerrero, Morelos o Doctores antes de los sismos de 1985. La gente se apropiaba de los espacios públicos para la convivencia colectiva.
Entrar y salir de un Hutong es contrastante, a poca distancia de esos barrios se encuentran enormes complejos habitacionales, rascacielos con una arquitectura inusual, y centros comerciales donde se encuentran las tiendas de marcas exclusivas para la nueva generación de chinos que han generado una riqueza de la noche a la mañana.
Estas son algunas de las impresiones sobre el viaje a China, la reflexión visual se encuentra en la edición de imágenes de la presente exposición.
Nacho López decía que la vida de un fotógrafo se divide en miles de fracciones de segundo, cada fracción es una imagen que representa una experiencia única, en ese sentido, con cada disparo de mi cámara aprendí sobre una sociedad, ojala en el futuro se den las condiciones para volver a viajar y conocerla mejor.