Rineke Dijkstra
Volvemos a fijar la mirada en La Fábrica Galería después del sobrecogimiento (no sólo estético, sino de concepto) que nos provocó la realidad según el encuadre del artista koreano Chen Chieh-jen. Con la nueva exposición que acoge seguimos mirándola de frente, pero de otra manera, pasando de la sombra y el turbio gris a la vivacidad de la naturaleza y a la agitación de la adolescencia. Y es que en la galería del Barrio de las Letras podemos contemplar la obra de una de las artistas contemporáneas que más sutilmente nos habla de la realidad, del tiempo y del tránsito. Rineke Dijkstra, también una de las artistas que perfila los nuevos cánones de la contemporaneidad artística -toda una manera de ver y enseñar a ver-, muestra su serie Park Portraits, su último trabajo por fin mostrado de forma íntegra en España (aunque lleve desde 2005 empeñada en él).
Incide así con sus rayos de inspiración creativa por las paredes del espacio, iluminándolo todo con las trece fotografías de gran formato que comprende la serie. Y con sus imágenes: la naturaleza, el color, la luz, la vida y un costumbrismo de lectura aparentemente simple, pero que ,no tan lejos, deja ver los síntomas que, de lo real, se esconden tras el artificio de la realidad.
Park Portraits consiste, como su propio nombre indica, en una serie de retratos que la artista holandesa lleva realizando desde hace unos años y que son contextualizados en parques, como entornos decorativos. Parques de Ámsterdam o Liverpool, Nueva York o Xiamen e incluso el madrileño Retiro o en la Ciudadela de Barcelona; que soportan y escenifican las diferentes historias que resultan delante del objetivo de Rineke. Retratos vibrantes llenos de fuerza y de vida, de complejidad. La de cada una de las personas (en su mayoría niños y adolescentes) que retrata y parece desnudar focalizando su identidad y un único momento ante un disparo nada azaroso. Monumentales y frágiles, la tensión resultante de los trabajos de Dijkstra es directamente proporcional a la densidad de las historias que narra con cada una de estas trece historias. Sensible y de secretos inenarrables bajo una supuesta sencillez, Rineke Dijkstra vuelve a darnos, como siempre y en todos los sentidos, una buena lección.