“The Americans”
En 1955, luego de haberse radicado en los Estados Unidos con su familia, el fotógrafo suizo Robert Frank (Zurich, 1924) obtuvo una beca de la Fundación Guggenheim para realizar un gran proyecto fotográfico que luego exhibió en el libro The Americans, obra fundamental de la fotografía contemporánea.
Tras recibir la beca, Frank rentó un auto y partió, junto a su mujer e hijos, en un viaje de dos años para recorrer cuarenta y ocho estados de USA con su Leica de 35 mm en ristre las 24 horas del día. De las 28.000 fotografías que tomó durante el viaje, Frank seleccionó finalmente ochenta y tres para la edición definitiva; ochenta y tres brutales tomas que muestran una realidad estadounidense desconocida para la mayoría de los mismos norteamericanos, El escándalo que provocó con estas fotos lo llenaron de insultos del tipo “antipatriota”.
The Americans es un testimonio descarnado de la realidad de los años de postguerra. Una Norteamérica brutal, violenta, sórdida y melancólica se presenta en estas imágenes. Ancianos, pandillas de motociclistas, tenebrosos personajes del sur, desfiles, rostros angustiados, negros segregados, lugares de comida rápida, bares de mala muerte, carreteras solitarias, en fin, una visión desgarrada y desamparada de esta realidad tan contrapuesta a la imagen hollywoodense de las familias perfectas, cuyas madres y esposas, luego se supo, se la pasaron drogadas con Valium y el Librium.
Influenciado por su amigo y maestro Walter Evans, quien había logrado retratar la realidad de los años 30 (FSA), Frank propone una nueva estética fotográfica oponiéndose a las reglas del “instante decisivo” o “instante fugaz” de Cartier Bresson, que en síntesis considera la mejor fotografía aquella que es capaz de capturar en una fracción de segundo el clímax o punto de mayor dramatismo de una acción o escena. Entonces el fotógrafo sería un anticipador de dramas, un ser tocado por los dioses para intuir y obturar justo cuando el momento crítico se despliega. Frank, elude el instante decisivo, sus fotos nos dicen “yo vi esto así” y las cosas y las personas pueden estar antes o después de la toma en las mismas actitudes o condiciones.
Al respecto recuerdo por allá por los 80, un comentario que hizo un miembro del Foto Cine Club que asistía a un Seminario de Fotografía llamado “10 grandes maestros de la Fotografía” y del cual me tocó exponer sobre la obra de Frank, decía esta persona que la foto, que Frank toma seguramente con la cámara a la cintura – una escena dentro de un bar con personajes a punto de asesinarse entre ellos – estaba sobreexpuesta y que él, en el laboratorio la hubiera corregido “pantallándola”. Le expliqué que, bajo mi punto de vista, ésa era parte esencial de la estética de Frank, ese aparente descuido marcaba una nueva estética, se podía tocar en el “descuido” la violencia a punto de estallar dentro de ese bar. Para nosotros, los fotógrafos que participamos del proceso de refundación de la fotografía chilena en los 80 a través de la AFI , Frank fue un referente ineludible y mucha de la fotografía de esos años lleva su influencia.
No es casual que el prólogo del libro haya sido escrito por Jack Keruac, otra lumbrera de la generación beatnik de la cual Frank se siente también tributario. La dolorosa experiencia del despliegue del consumismo, la cultura de la TV, los automóviles y sus interminables autopistas, la presencia del tercer mundo en el primero, la desesperanzada realidad de los marginados constituyen la raíz de este libro que hoy cumple 51 años. Libro cargado también de una tremenda humanidad y compasión por el ser humano, que sólo nos puede traer la esperanza de un mundo mejor para todos y todas.
Leonardo Infante