Tina Modotti

Tina Modotti, Sobre la fotografía, en Mexican Folkways, octubre-diciembre de 1929

Siempre, cuando las palabras “arte” y “artístico” se aplican a mi fotografía, siento que no estoy de acuerdo. Esto es, sin duda, debido al mal uso y el abuso que se da a estos términos. Yo me considero una fotógrafa, nada más. Si mis fotos son diferentes de lo que se suele hacer en este ámbito, es precisamente porque yo no trato de producir arte, sino imágenes honestas, sin distorsión o manipulación.
La mayoría de los fotógrafos aún están buscando el “efecto artístico” imitando a otros medios de expresión gráfica. El resultado es un producto híbrido que no da a su trabajo las características más importantes que debieran tener: la calidad fotográfica. En los últimos años se ha debatido mucho si la fotografía puede o no puede ser una obra de arte comparable a otras creaciones plásticas. Por supuesto que hay muchas opiniones diferentes. Hay quienes aceptan la fotografía como un medio de expresión a la par con cualquier otro, y otros que siguen buscando, de una forma miope, en el siglo XX, con los ojos del siglo XVIII, incapaces de aceptar las manifestaciones de nuestra civilización caracterizada por la utilización de las máquinas. Pero para nosotros, que usamos la cámara como una herramienta, al igual que el pintor utiliza un pincel, no damos importancia a estas opiniones.

Contamos con la aprobación de aquellos que reconocen los méritos de la fotografía en sus múltiples aspectos y la aceptación como el más elocuente, el medio más directo para la fijar, para registrar de la época actual. Saber si la fotografía es arte o no importa poco. Lo que es importante es distinguir entre la buena y la mala fotografía. Por buena se entiende el tipo de fotografía que acepta todas las limitaciones inherentes a la técnica fotográfica y hace el mejor uso de las posibilidades y características que ofrece el medio. Mala fotografía, podríamos decir, es la que se hace con una especie de complejo de inferioridad, sin apreciar lo que la foto de sí mismo ofrece, recurriendo a cambio a todo tipo de imitaciones. Fotografías tomadas de esta manera dan la impresión de que el autor casi se avergüenza de reflejar la realidad, casi tratando de ocultar la esencia fotográfica de su obra, con trucos y falsificaciones que se pueden apreciar sólo aquellos con un gusto desviado. La fotografía, precisamente porque sólo puede ser producida en el presente y porque se basa en lo que existe objetivamente frente a la cámara, es el medio más satisfactorio de registrar objetivamente la vida en todos sus aspectos y es de esta que se deriva de su valor como documento. Si se añade a esta sensibilidad y la inteligencia, y sobre todo una idea clara sobre el papel que debe desempeñar en el ámbito del desarrollo histórico, creo que el resultado es algo que merece un lugar en la producción social, a la que todos debemos contribuir.