Walker Evans
Abordar la obra de Walker Evans pasa por una dicotomía que lo convierte en peso pesado del discurso fotográfico: por una parte está su papel como reinventor del género documental y transgresor en el instante de arrojarse a la captura de un imaginario personalísimo, salpicado por cierta erótica de lo vulgar (Evans es, en efecto, parte de la plétora de creativos que arriesgan en su empeño por echar abajo estratos culturales).
Por otro lado figura el insoslayable sustrato de denuncia en su trabajo, que nos retrotrae a momentos históricos de gran envergadura como puedan ser la dictadura de Gerardo Machado en Cuba o los años venideros a la Gran Depresión. Especial interés merecen respecto a esta línea de acción las piezas que formaran parte del libro con el periodista James Agee, Let Us Now Praise Famous Men, donde el efecto alcanza las más altas cotas de desasosiego y crudeza en la serie dedicada a granjeros arrendatarios.
Nació en Missouri, Estados Unidos en 1903 y murió en 1975.
Después de regresar de un inspirador viaje a París, hacia 1927, Walker Evans comenzó a fotografiar la ciudad de Nueva York, mientras trabajaba de cajero en Wall Street por las noches.
Ya en 1935 su visión de América se había ampliado y comenzó a fotografiar la “vida americana” en toda su extensión, especialmente la vida cotidiana del pueblo llano.
Quizás, sus fotografías más conocidas sean precisamente las que realizó para la Farm Security Administration (FSA) durante la Gran Depresión.
En ellas dejaba testimonio de las precarias condiciones en las que vivían las gentes de las zonas rurales del sur del país.
Durante la II Guerra Mundial trabajó para grandes revistas, incluida la revista Fortune para la que trabajó como fotógrafo durante 20 años, hasta que se decantó por la enseñanza.
Walker Evans que no había conseguido acabar sus estudios universitarios, llegó a ser profesor de la Universidad de Yale.