“Voyeur” expo de Gabriel Navia

Noticias

16 de Noviembre de 2018

Fotógrafo voyerista desclasifica sus imágenes prohibidas se presenta en la galería Flash.

Cuestiona el concepto de “autodidacta” por el sólo hecho de no haber estudiado en una institución formal. Gabriel Navia es guardia de seguridad y ha construido en forma independiente una destacada trayectoria como fotógrafo. En pocos días, trae desde Antofagasta a la galería Flach las perturbadoras escenas que ha captado, literalmente, escondido tras su cámara.

Quizás todos los artistas y fotógrafos que trabajan el realismo tienen algo de voyeur, esa inclinación a poner la mirada en experiencias que no les pertenecen. De esa manera nos abren ventanas a situaciones y escenas de otros, las que sin su accionar pasarían desapercibidas o invisibles a nuestros ojos. Pero todos sabemos que el voyeur tiene connotaciones mucho más extremas, cuando esa especie de placer de observar sin ser observado se inmiscuye en áreas íntimas y roza la perversión, o cuando desencadena, incluso, actos criminales. El fotógrafo Gabriel Navia (47) juega con esos lindes en el registro que viene realizando hace algún tiempo en playas, cerros, eriazos y otros espacios aislados de Antofagasta, su ciudad.

En sus recorridos se encuentra con todo tipo de situaciones al margen: consumo de drogas y alcohol, asaltos, riñas juveniles, relaciones sexuales de diversa índole, etc. Con su cámara lista, busca el lugar más estratégico para capturar esas experiencias “otras” -donde él, claramente, no está invitado- esas escenas prohibidas, eso que sucede pero no es visible e incluso puede provocarnos cierta incomodidad. Esta atrevida propuesta fotográfica llegará por primera vez a Santiago con la exposición Territorio prohibido-Voyerear que Gabriel Navia inaugura el próximo 14 de noviembre en la Galería Flach (Villavicencio 301), el imprescindible punto de encuentro fotográfico del barrio Lastarria. La muestra resume las situaciones con que Gabriel Navia se ha dejado sorprender en sus recorridos, a veces camuflados, por la ciudad. Panoramas y personajes que muchos considerarán impropios y hasta grotescos, no por ser escenificaciones rebuscadas sino precisamente lo contrario: demasiado reales. Más de una vez, este fotógrafo ha sufrido fuertes represalias, apenas sus involuntarios modelos advierten su presencia; pero algo lo lleva a seguir explorando. Junto con la imagen robada, prohibida, oculta, clandestina,

Gabriel Navia está siempre tras los espacios de la marginalidad del lugar donde creció y hasta hoy habita. Antofagasta, la gran urbe del norte de Chile, zona de explotación minera y una de las ciudades más caras de América Latina, tiene un lado B inversamente proporcional a esa postal de prosperidad y ostentación. La playa La Chimba, uno de los lugares que Gabriel suele recorrer, se deteriora día a día con el desperdicio y la desprotección ambiental; los cerros van siendo gradualmente ocupados por viviendas mínimas, de familias que buscan enfrentar dignamente a la pobreza. El oficio de voyeur está aquí contextualizado y matizado con un afán de visibilizar esa otra ciudad que no es sabida ni publicitada, aspecto que refrendan series u obras fotográficas en paralelo de Gabriel Navia, como Cerro-grafía y Tapete, esta última plasmando una estampa cuasi pictórica del vertedero de Antofagasta, en donde un anónimo personaje remueve la basura y se mimetiza con ésta.

“Una de mis líneas de investigación- explica Navia- es el actuar del ser humano cuando no ha tomado conciencia de que está siendo observado, y como éste se aleja naturalmente de lo establecido. El uso de territorios degradados es de gran ayuda; los exploro a través del voyerismo, el placer que me produce mirar, marcado por la culpa, la prohibición de mirar desde niño y la formación religiosa hacen que este trabajo pueda purgar mis culpas”.

Gabriel Navia es autodidacta con casi 10 años dedicado a la fotografía. Se gana la vida como guardia de seguridad, y al mismo tiempo realiza exposiciones y cursa talleres en su región y fuerade ella, desarrollándose no sólo en el ámbito creativo, sino también en la educación y la gestión cultural. De esta manera, se ha convertido en una figura sustancial de la disciplina fotográfica antofagastina, quién realiza charlas, modera conversatorios y ha sido evaluador especializado de los proyectos Fondart regionales. El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (actual Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio) le otorgó el Premio “Linterna de Papel”, destinado a los artistas que constituyen un aporte regional.

“Como guardia de seguridad tengo agudeza con el mirar. En ambas actividades no hay cuestionamiento sobre mi actuar, ya que se entiende que es propio de cada una. Esto lo uso a mi favor, me deja libre para el espionaje visual … La toma fotográfica es un recurso que me permite el acercamiento con el otro más allá de lo que me permito en lo cotidiano, es una herramienta que me faculta para continuar con la observación del comportamiento humano desde una vereda privilegiada: la cámara”, concluye Navia.